lunes, 30 de marzo de 2015

Arrullo

     

Nada ni nadie puede suplir el arrullo de una madre, ro, ro ,ro.. ta,ta,ta,ta,. La vibración de su pecho al respirar y al cantar mientras nos sostiene muy pegados a su cuerpo. Su calor, el olor a café de su aliento que nos llega de tan cerca.
            
Creo que nunca nadie tuvo suficiente dosis de esto

Esta es la búsqueda, la única búsqueda. Nunca se encuentra  porque nadie quiere ni puede volver al pasado y mucho menos si tiene que llevarse consigo a su propia madre.

 He buscado ese arrullo en los libros, en las farmacias, en las canciones, en los gatos, en los cafés y en el sexo.

Dicen que el momento de intimidad más cercano a ese arrullo en la vida adulta es el sexo pero el sexo es algo que sin duda se nos escapa mientras nos ocurre y sin embargo el arrullo en el joven cerebro del bebé dura un instante mágico que es eterno

 Pensé también que me encontraría con este arrullo al otro lado de la vida, cuando fuera mayor, cuando fuera padre pero en esto tampoco hubo suerte.

 Por eso a veces voy a la orilla del río, donde supongo que Anabel se despidió de aquellos niños que llegaron  antes de tiempo pero allí entre los árboles junto al agua que se desliza tampoco encuentro el arrullo, tan solo encuentro de nuevo el recuerdo de mi propio sollozo.

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