viernes, 1 de enero de 2016

En el chino.



   Un martes de cada dos, a eso de las diez de la mañana ,mi recorrido diario me lleva a un bar regentado por un chino. Siempre tiene la tele alta con las noticias, pero no me importa porque el espectáculo está allí mismo y no necesito leer ni sacar los auriculares para aislarme, sólo tengo que sentarme en un rincón y esperar:

- ¡Buenas noches! grita mientras entra un señor que ya va pasado de vino, y el chino sin mediar palabra le pone un vino.
- ¡Jooder, continúa gritando, pero qué les costará poner las páginas del periódico bien! ¡En su casa no harán lo mismo!.

Estoy seguro de que las páginas del periódico están en perfecto orden y de que el que está "desenfocado" como diría Woody Allen, es él.

- El peliódico  mío, replica el chino.
- ¡Bueno bueno que no me quiero enfadar! grita el hombre ya fuera de sus casillas.

 A todo esto entra una nueva clienta;

-Buenos días, un cortado y tres churros.
- Coltado tre churro malchando, contesta el camarero, y una vez que se los pone la señora dice:

- Muy buenos los churros.
- ¿Feos? contesta el oriental.
- No, no, muy buenos.
- Si, si buenos pero feos, no salil bonitos.
 la señora insiste "buenos buenos".

  Y yo que he pagado mi cortado  al principio en previsión, me escabullo antes de que la cosa degenere más, dejando allí a la señora, al borracho enfadado y al pobre chino deprimido porque los churros no le salen bonitos, que pobre, alguien debería decirle que los churros son así de feos y que en este mundo no se puede tener todo, la señora, el borracho, los periódicos y encima los churros buenos y bonitos, a donde va a parar.


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