jueves, 4 de febrero de 2016

Bosque



 Poco a poco se van ecalleciendo mis dedos, mis manos, mis oídos, endurecidos, amojamados, encementados,

  Todo el cuerpo entumecido deseando un largo descanso tumbado entre la alta hierba y los árboles, viendo el cielo moverse a toda velocidad dentro de un tiempo acelerado y eterno.

  Cuento con la paz futura del bosque, un ser vivo es el bosque, que te permite pensar que estás sólo en medio de su frescura matinal, de sus claroscuros, que te acaricia con sus helechos hasta la cintura.


  Millones de insectos esperan muertos en el suelo aspirando a ser absorbidos por el manto del planeta y yo mientras tanto camino.

   Mi propia presencia y mi avance van generando un silencio, animal y prudente, que se deshace a mi espalda cuando yo, con todo el peligro que en mí atesoro, acabo por fin pasando de largo.

  Es este silencio auto-generado lo que tanto me atrae del bosque. Me atrae tanto como lo atraen todo la misma muerte y el sexo.

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