miércoles, 18 de mayo de 2016

Viaje animal

   Alguien puso, a modo de broma, un bote con una serpiente entre mis piernas.

   Tenía el bote transparente de conservas de cristal unos agujeros en la tapa metálica, de color verde,  para que el animal pudiera respirar. Yo no tendría diez años.

Protesté,  no quería llevar durante todo el viaje en coche la serpiente entre las piernas ¿No era la serpiente de él? pues que la llevara él.

No, dijo mi tío, ¿No podría ir en el maletero? repliqué yo ¿Y si se cae y se rompe el bote? dijo mi tío mientras él y mis primos se reía de mi.

 Hoy recuerdo esto con asco, no tanto por la serpiente sino por la crueldad gratuita a la que fui sometido, una burla cruel y absurda cometida por mis familiares,

En aquél viaje pasó algo más, un pato que volaba a baja altura se estrelló contra el parabrisas .

No sé si mi tío aceleró para aplastarlo pero él y mis primos de nuevo reían.

Yo pensé que nos habían tirado un tomate pero todos sabían que era un pato ¡Es un pato es un pato! gritaban llenos de emoción sin sentir la muerte de aquél animal tan bello y tan noble.

Mientras, la serpiente estiraba su cuerpo para alcanzar el aire que se colaba por su triste respiradero.

 

 

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