viernes, 17 de junio de 2016

Tristeza placentaria.



  La tristeza puede llegar a ser mórbida y acabar con el más pintado.

 Suele venir esta tristeza de muy adentro, de muy lejos, de otro mundo, cuando uno todavía no está en este por estar todavía en el vientre de la madre.

  Igual que las drogas o la nicotina la tristeza atraviesa también la barrera placentaria. Todos los sentimientos de la madre llegan a la criatura y quedan fijados, como el calcio, en los huesos en el futuro bebé, que en cierto modo se va formando con toda esta materia empapada de tristeza.

  Después de esto ninguna cura es posible, ni siquiera el amor.

   Al final la tristeza aparece en el mundo como la luz llega a todo el que nace, de igual forma que con la luz y con su pequeño cuerpo, aparece también, inevitablemente, su misma y única sombra.



 

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