miércoles, 9 de noviembre de 2016
Fiebre
El mar me da fiebre. El calor del día, la luz llegando en tromba sin interferencias, sin filtros.
Me marea (nunca mejor dicho) el olor a tierra, el calor , las cremas solares mezcladas con el sudor y la angustia que da la arena que todo el mundo intenta quitarse de encima sin conseguirlo.
Eso me sucede de día, pero cuando llega la tarde y se ven las nubes, totalmente negras por debajo y totalmente blancas por encima algo me reconforta, quizá sea el frescor de la noche que se acerca.
Es entonces cuando me detengo en el paseo marítimo a observar como el agua se va volviendo verde, de un verde cada vez más oscuro y después negra, como el petroleo.
Sólo cuando la noche lo engulle por completo me siento por fin vivo, será que soy como muchos otros, un ser vivo terrestre y nocturno.
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