Sus dueños les dejan mantas en los alféizares para que se entretengan entre sesteo y sesteo. Uno de ellos se pone al acecho, ha visto una paloma a través del cristal.
Pienso en lo rara que es la vida, estoy seguro de que el gato quiere estar donde estoy yo, y yo querría sin lugar a dudas estar donde está él.
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