En uno de mis
paseos matutinos veo anunciado el Circo Mundial en un cartel con tres
trapecistas subidas a un pobre elefante. Nunca me ha gustado el circo, que me
producía de niño una tristeza indescriptible. Entonces no sabía por qué, puesto
que solo era un niño. Hoy guardo una imagen mental de todo aquello.