viernes, 10 de abril de 2015

Mudanza

 

     Dicen que tres mudanzas equivalen en términos de desgate emocional a un incendio. Yo he vivido con horror algún conato de incendio que por suerte no fue a más y juro que en algunos momentos de algunas de las mudanzas que me han tocado en suerte hubiera deseado que todas aquellas cajas hubieran ardido espontáneamente.

     Si estás a punto de hacer una mudanza y puedes permitírtelo haz la siguiente prueba:
 
     Coge una maleta mediana, llénala con lo imprescindible e inicia un viaje de quince días. Te puedo asegurar que cuando regreses habrá cosas dentro de la maleta de las que no te habrás ni acordado.

     Por otra parte cuando haya pasado más o menos un año después de haberte mudado y te queden cajas por abrir hazte la siguiente pregunta ¿Si estas cajas sin abrir se quemaran o se inundaran o me fueran robadas echaría algo de menos? no lo creo,  puesto que si fuera así no seguirían cerradas..

    ¡Que miedo tenemos a dejarnos algo abandonado en la casa de la que nos marchamos y perderlo para siempre! cuando la realidad es que cuando nos mudamos nos vamos porque todo aquello que nos hubiera gustado hacer o tener o vivir ya se ha quedado atrás, se ha ido quemando lentamente  por dentro poco a poco.

    Nos vamos porque ya no podemos conservar y por tanto tampoco llevarnos con nosotros lo importante.

   Por eso tres mudanzas equivalen a un incendio porque cuando nos marchamos tres veces  llevamos  aproximadamente en nuestro interior la misma cantidad de cenizas que si todo hubiera ardido por fuera.
 

miércoles, 8 de abril de 2015

La sartén. Una historia violenta.

                                                                 

   Duermo en un pueblo costero en febrero vestido en medio de la humedad y del frío.  A las 5. 30 de la madrugada un hijoputa comienza a golpear todas las persianas de los bajos del mi edificio que en estos meses están deshabitados.

   Pienso en que ya que estoy vestido podría ir a la cocina , coger una sartén, meterla en una bolsa de plástico, bajar a la calle y haciéndome el borracho acercarme al imbécil ese para golpearle en ambas rodillas con la sartén utilizando la técnica que en tenis se conoce como "revés a dos manos" pero como esto sería ilegal y después tendría que matarlo para no salir trasquilado decido ponerme los tapones de los oídos que siempre tengo en la mesilla . 

   El hijoputa vuelve a despertarme un par de veces más pero se jode porque ya no me molesta tanto y cuando lo hace lo hace desde una ahogada y profética lejanía.

    Al final caigo rendido de frío y de sueño preguntándome porqué soy tan prudente y tan respetuoso con las leyes que nadie  parece  preocuparse  en   hacer cumplir. Pienso, en ese duerme vela previo al profundo sueño, que lo mismo es que no tengo huevos para tanta sartén , lo que también podría ser cierto

   Al día siguiente pasa lo mismo pero en esta ocasión decido que el hijoputa no me va a joder las pocas noches de descanso que he tenido esta temporada y bajo con la sartén camuflada en la bolsa, le rompo de un solo golpe ambas rodillas y el mastuerzo cae al suelo a peso mierda como un pelele . Le sacudo otro sartenazo en el cráneo para dejarlo todavía más inconsciente de lo que ya es y le arrastro hasta la playa dejándolo dentro del agua para que la poética marea haga el resto del trabajo.

    A partir de esa misma noche duermo como un bendito y ni siquiera miro los periódicos locales para ver si "ha sido hallado un hijoputa ya cadaver en extrañas ( aunque para mi familiares) circunstancias"

   Tomo un café en una terraza mirando el mar de invierno y pienso para mis adentros :

   Al fin y al cabo ¿Quién iba a sospechar del Sr. Artiach en los jardines con una sartén de cocina? 

   Sonrío y respiro satisfecho el aire frío y salado del Mediterraneo en invierno.


   

   

martes, 7 de abril de 2015

Frío

   

   Hay momentos que se vuelven tristes con el tiempo, pasados muchos años, cuando uno comprende mejor la importancia de algunos detalles que en principio parecían insignificantes, cuando uno llega por ejemplo y por casualidad, a una casa sin calefacción y al sentir de nuevo un frío antiguo este le transporta a momentos de su vida en los que de niño pasó tanto frío en su cuerpo pequeño de forma natural, sin importarle.

       En ese instante uno se pregunta:

 Así que ¿este es el frío que conocí de niño sin que a nadie le importase, sin que nadie lo evitara, porque alguien me envió a aquellas casas, hacia aquél frío a sabiendas?

   Entonces aquel frío y aquellos momentos se vuelven tristes, implacables, desesperanzados.

miércoles, 1 de abril de 2015

Comida de trabajo

 

 Como en el trabajo  en la esquina de una  estrecha encimera  en cinco minutos de pie. No quiero sentarme  aunque tampoco tendría donde,  y amodorrarme. Todavía quedan muchas horas de trabajo.

     Mientras se calientan las judías blancas que he traído de mi casa me como un plátano.

     Dicen que es bueno comerse la fruta antes del primer plato pero yo lo hago por ganar tiempo, claro.

     La encimera está en una cocina pequeña. En realidad esta  cocina ni siquiera es una cocina ,  es un office o lo que en español debiera llamarse antecocina solo que esta antecocina no da a una cocina si no a un patio de luces al que no se puede acceder.

     Mientras como en este reducido espacio de unos dos o tres metros cuadrados, a menudo coincido con los dos cocineros que allí trabajan y aunque una va de mañanas y el otro de tardes, a veces cocinan juntos a la hora de comer .

     Entonces comienza todo. Las puertas de las cámaras frigoríficas, de la nevera, de los hornos y del microondas comienzan a abrirse y cerrarse tras los pasos de mis compañeros y yo, plato de judías en mano, engullo y comienzo a moverme con todos ellos en un baile que ni el mismo Nureyev sería capaz de coreografiar.

    Por fin el yogur, con cuchara grande, de nuevo la rapidez. Acabo y vuelvo de nuevo a la barra. Tomo mi café mientras les sirvo a los clientes los suyos  atado de nuevo a esta  surrealista noria de producir.

    Mientras escribo estas lineas pienso  que así es la vida de todos nosotros o al menos la de de la mayoría de la gente y me felicito de tener fuerzas todavía para  llegar a casa  y poder contarlo.

lunes, 30 de marzo de 2015

Arrullo

     

Nada ni nadie puede suplir el arrullo de una madre, ro, ro ,ro.. ta,ta,ta,ta,. La vibración de su pecho al respirar y al cantar mientras nos sostiene muy pegados a su cuerpo. Su calor, el olor a café de su aliento que nos llega de tan cerca.
            
Creo que nunca nadie tuvo suficiente dosis de esto

Esta es la búsqueda, la única búsqueda. Nunca se encuentra  porque nadie quiere ni puede volver al pasado y mucho menos si tiene que llevarse consigo a su propia madre.

 He buscado ese arrullo en los libros, en las farmacias, en las canciones, en los gatos, en los cafés y en el sexo.

Dicen que el momento de intimidad más cercano a ese arrullo en la vida adulta es el sexo pero el sexo es algo que sin duda se nos escapa mientras nos ocurre y sin embargo el arrullo en el joven cerebro del bebé dura un instante mágico que es eterno

 Pensé también que me encontraría con este arrullo al otro lado de la vida, cuando fuera mayor, cuando fuera padre pero en esto tampoco hubo suerte.

 Por eso a veces voy a la orilla del río, donde supongo que Anabel se despidió de aquellos niños que llegaron  antes de tiempo pero allí entre los árboles junto al agua que se desliza tampoco encuentro el arrullo, tan solo encuentro de nuevo el recuerdo de mi propio sollozo.

jueves, 26 de marzo de 2015

Una de perros



   Unos días de baja por una "enfermedad común" o eso es lo que pone en el papel del médico.

   Salgo a dar un pequeño paseo, necesito que me de el sol y me siento en el banco de un parque.

  Lo veo desde lejos olisqueándolo todo y cuando gira veo que no tiene rabo, vaya , ya no encaja en la silueta que todos tenemos en la mente asociada  a la palabra "perro".

   Mientras se acerca dando unos cuantos rodeos pienso que a todos nos pasa un poco lo mismo. A todos nos falta al menos una parte por dentro.

    Por fin llega hasta mi, me mira diréctamente a los ojos, a bocajarro, como si supiera todo lo que me pasa y yo le devuelvo la mirada con su misma inocencia, nos vemos y ya me tiene en el bote. Le acaricio la cabeza, él disfruta de la caricia, se frota las orejas contra mi mano y yo la disfruto todavía más que él.

     Después se separa da una vuelta alrrededor de mi banco y se marcha habiendo hecho en la mañana todas las cosas sencillas que quería y necesitaba hacer.

    Justo igual que los humanos, pienso, cuanto tenemos que aprender.

martes, 24 de marzo de 2015

Truco para caminar por la calle cargada

                                                                                   

 Si vas cargada por la calle,notarás sin duda alguna, que cuando te cruzas con alguien. este alguien, en vez de apartarse para dejarte paso, pues vas cargada, en vez de apartarse, como digo, espera a que seas tu la que se quite de en medio .

  Existe un truco infalible para evitar esta falta de educación y de paso intentar que el modorro de turno se de cuenta de que no está solo en el mundo.

  Consiste en parar de andar unos metros antes de que se produzca el encuentro, e incluso dejar las bolsas medio apoyadas en el suelo, para que al baboso no le quede más remedio que ser él el que te rodee a ti.

       Esto es más didáctico si cuando el mochuelo pasa, se le mira a los ojos y sonriéndole, se le dan las gracias, aunque tampoco conviene esperar ninguna respuesta consciente de semejante besugo.

   Otro truco consiste en hacer todo lo contrario, no solo no parar, sino acelerar el paso para golpear duramente las espinillas del bodoque con las bolsas. No hay que evitar sacudir lo más contundéntemente posible porque,como dijo Maquiavelo. si vas a golpear a alguien hazlo en serio, de tal forma que le sea imposible devolverte el golpe.
 
    Tengo que desaconsejar este segundo truco porque no se debe golpear a nadie intencionadamente, ni hacerle sangre, ni hacer que aúlle de dolor bajo ningún concepto, ni siquiera aunque lo merezca por carecer de empatía y de respeto por los demás, o de inteligencia emocional o de cualquier otro tipo de inteligencia, ni aunque parezca un pedrusco u otro objeto como una silla , una mesa o un mojón de carretera.

  Pd: Tampoco se deben golpear otros objetos o piedras. Ni siquiera con otras piedras.