sábado, 3 de junio de 2017

Regreso a la vida

Mientras boqueaba intentando recuperar el aliento un latigazo recorrió su estómago y una masa biliosa, ácida y ardiente con sabor a hiel arañó su tráquea, se giró para que el vómito cayera al agua y tras varios espasmos logró recuperar el aliento y la calma.

La roca donde descansaba  estaba pulida por cientos, quizá miles de cuerpos que como el suyo habían esperado allí. sobre aquella extraña masa con tacto de piedra pómez, la salvación o la muerte. 
Se dio cuenta de que aquella era la peor pesadilla de un espeleólogo: quedarse atrapado, sólo y sin luz, en una minúscula gruta, en última expedición de su carrera, esa con la que los profesores de la escuela acostumbraban a despedir a los camaradas que se iban jubilando.

Ni siquiera sabía si sus compañeros habrían sobrevivido al derrumbe, si alguno de ellos llegaría a pedir ayuda, ni tampoco si habría quedado algún hueco entre las enormes piezas de granito que habían sepultado la única vía de acceso
Maldijo su mala suerte y escuchó su lamento rebotar en las paredes y golpear en sus oídos como si el propio espíritu de la tierra le estuviera condenando.

Sentía su piel embadurnada en un ambiente de sótano anegado que se pegaba a su piel formando una película viscosa y almibarada, que le hizo ser consciente de un aire que pronto su propia respiración transformaría en un dióxido de carbono.

Un intenso frío le despertó. Debía haber perdido el conocimiento, tenía la cabeza dolorida y abotargada. Dedujo por el entumecimiento de su cadera que llevaba varias horas  dormido, e imaginó que en la superficie ya sería de noche. Golpeó furiosamente su cuerpo pon las palmas de las manos que luego calentó acercándolas a su boca.

De nuevo en un estado de duermevela escuchó cesar su propio llanto en la lejanía y después una sibilancia acompasada de animal herido, que no era otra cosa que el quejido de unos pulmones que notaba acorchados e inútiles. Algo más arriba, en la garganta una flema crecía y se movía hacia sus pulmones como una babosa amarga. 

Comenzó a tiritar con violencia, el frío iba avanzando hacia el centro de su cuerpo los ojos chocaban inflamados contra sus propias cuencas.

 Sintió un alfilerazo en el corazón, tan intenso, que le alivió del  resto de sus padecimientos, en ese mismo lugar comenzó a sentir que nacía un único punto calor luminoso.

 Su vida comenzó a pasar ante sus ojos, primero los más recientes y después, como dicen las personas que han regresado de la muerte, todos los demás, así se vio a sí mismo dando clase en la facultad con sus alumnos, sonriendo en el día de su boda, corriendo en la playa con sus amigos de la adolescencia, con sus padres en el parque de su niñez, se vio arropado en una manta por su madre, percibió el calor de su aliento en su cara y  finalmente, tras un fogonazo de luz que lo inundó por completo, se vio de nuevo tranquilo en el útero materno. Había regresado por fin  a su hogar primigeneo, al principio de la vida y del tiempo

jueves, 1 de junio de 2017

Despejado

No lo ves porque estás pensando

Imágenes mentales que flotan en la superficie como el rumor de los autobuses y de los coches

Un pensar atrapado en la actualidad de los periódicos y de los telediarios.

No se despeja nunca la mente de nubes

No se despeja la mancha de aceite que impide que salten los peces voladores en busca de los insectos

y se despejen las emociones

miércoles, 31 de mayo de 2017

Basura espacial

Corría el año tres mil después de de Cristo y la moda funeraria consistía en enviar a los difuntos a descansar en paz en el espacio, así que pronto la órbita terrestre quedó cubierta de ataúdes espaciales.

Mientras tanto en La Tierra las plantas morían por falta de abono, el aire era duro y áspero.

Poco a poco el propio planeta fue menguando por la creciente exportación de materia prima. tanta, que pronto hubo cúmulos lo suficiéntemente grandes como para que se asentasen en ellos estaciones orbitales.

Fue así como el ser humano comenzó a habitar sobre su propia materia genética y por fin pudo descansar,  muerto o vivo, de su propia polución, en medio del negro y frío silencio espacial.



martes, 30 de mayo de 2017

Abismo temporal.

María se soltó de la mano de su madre y cruzó en rojo la avenida a la carrera.

Por uno segundos, que parecieron durar años, ambas quedaron separadas por el tráfico. No podían tocarse, ni oírse. ni siquiera verse.

Una nausea de angustia infinita recorrió la garganta de la madre, moviéndose en el interior de su cuello como si fuera un pájaro que se hubiera colado en su boca abierta y aleteara arriba y abajo en su traquea, luchando por salir de nuevo al aire libre sin conseguirlo.

El semáforo le devolvió por fin a la realidad poniéndose por fin en verde.

Al levantar la mirada la madre se miró a si misma al otro lado de la calle y la niña, al  dirigir los ojos  hacia su madre, vio que esta se había transformado en una anciana.









jueves, 18 de mayo de 2017

Repetición

La repetición, la práctica no es garantía de mejora,  y en contra de lo que se dice no es la clave del éxito, es sólo una trampa para echar la culpa al alumno, al aspirante.

En todo esto de la superación personal, se obvia la participación del receptor de esta mejora, que también tiene su papel en esta proceso, como poco, como evaluador.

No lo intentas lo suficiente, tus intentos son insuficientes, eres insuficiente. 

También sobre las carencias de los evaluadores se construye la suerte del mundo.

jueves, 11 de mayo de 2017

Billar


El agotamiento se adueña de los pequeños seres que habitan el mundo,

Los manatíes mueren de tristeza varados en las playas, que las acogen llenas de calor y de paz.

El planeta emite, como hacen las ballenas, un triste llanto de apego que escuchan a través de la lechosa luz de las estrellas, los satélites y los cometas.

Pronto llegará la ayuda, le consuelan los demás cuerpos celestes,

Será de nuevo en forma de meteorito,  como acostumbran a enviarla los dioses cuando juegan al billar con el Universo.


miércoles, 10 de mayo de 2017

Dentelladas

No piensan mojarse los pies nunca con la lluvia, con esos zapatillas de lona.

No creen que van a tener frío en los tobillos desnudos. No saben que el ser humano está allí fuera preparado para mordérselos y hacerles caer, para cubrirlos después de finas dentelladas.

La generación que viene se siente así de segura, tanto como siempre ha estado. Me alegro por ellos y espero equivocarme, por el bien de todos, y que los jóvenes tengan por una vez en la historia, toda la razón.